la pendeja.
De boludeable ni hablar
No lo hables, eh.
Sale al río
a caminar callejones,
a buscar atajos.
El sol sale de frente.
Menos mal...
Camina hasta que las escaleras se rompan,
se quiebren.
Sí, que se quiebren así
como este caos la quiebra en partecitas
desde los tobillos.
Mirá que no se cae.
La burocracia de un mundo malito
(pero real al fin)
(real)
le choca,
le pega con envión.
Sigue ahí,
paradita como si nada
entre fantasmas de etiqueta y credenciales.
Se le hacen moretones en los hombros.
Se ponen verdes de maduros,
de tanto remar para que un formulario,
una placa,
un pobre perro que no sabe lo que le espera,
la golpeen.
Esta vez sin darle respiro.
Un sopapo,
un revés,
otra cachetada bien dada con la mano abierta
(esas duelen).
La noqueó.
Hoy esta ciudad de recontra mierda ganó.
Esperemos que mañana salga el sol,
pero de verdad.