Postal

En Caballitos los guardas de la estación juegan a ser Blancanieves. Le dan pan a las palomas de la mano y se ríen con ellas.
La verdad es que ninguna de las dos partes me cae muy bien, pero prefiero ver eso antes de que me pidan boleto o me picoteen la frente.

Estaba enojada en la playa

El pomelo que antes me fascinaba hoy me da pena.
La cabeza se me va a otra parte porque ya no puedo carburar con ella.
Se me sale desde arriba,
se va volando en la plenitud de un cielo que se desarma como si estuviera hecho de ladrillos.
De los de plástico.
Los que construyen ciudades enteras bajo las manos de los nenes y de las nenas.
Alguien dijo que eran pedazos de luz y me quedó grabado en la cabeza hasta hoy que revivo este texto.
La misma que se me vuela cuando me concentro,
que se va a otra parte sin advertirme antes.
Se pierde fácilmente en la incertidumbre que los vínculos del corazón traen.
Ese "no se qué que qué se yo" que las relaciones tienen...
Y justo cuando entro a pseudo filosofar más fino sobre la vida, vuelvo a lo simple, lo sencillo.
Y saltan un hipócrita
dos hipócritas
tres hipócritas
un perro de los peluditos
y un pájaro que cruza el cielo de pe a pa
por el camino difícil.
Me quedo con que solo hay agua y sal alrededor.
Solo agua y sal.

Qué delirio.

Anoche tuve un sueño
Me veía en una cama pariendo y muriendo a la vez.
Mientras abandonaba mi cuerpo podía ver todo lo que me había pasado y por qué el fruto de mis entrañas (qué dramático!) tenía dientes y tentáculos.
Estaba naciendo mal porque un señor feudal me había obligado a tenerlo en  orden de continuar su voluntad.
Siempre lo que él quiere es lo que se debe.
Me desperté desconcertada.
Ni tristre, ni sorprendida,
ni bien,
ni mal.
Desconcertada.
Un sueño así te deja la cabeza en silencio y sin ganas de hacer interpretaciones de la vida misma.
Miré el reloj y eran las 4 de la tarde.
Cociné fideos con champiñones y por colgada
se me quemaron.