Tengo un cuaderno infantil. Lo hicieron en Colombia con materiales reciclados.
Casi que no lo consigo,
no lo querían regataear.
Pero me compró el pajarito de la tapa, así que lo peleé.
Acá ya hay un año de la vida.
Son 20 hojas.
3 fueron arrancadas vaya uno a saber
por qué.
Un número,
tentaciónes,
juegos aprendidos,
palabras más-palabras menos,
infinitos partidos ganados por otros
es lo que hay.
Prólogos de historias que al final, me colgué en contar.
Y si hoy, a las 6 de la mañana, se me diera por arrancar más hojas,
en unos días ya no las recordaría.
Las cosas que pasan, decido escribirlas, registrarlas sin filtros.
Disfruto sentarme en horas largas a releer con tal de que no desaparezcan.
Festejo que sigan vigentes,
que sean eternas,
por lo menos hasta que empiece un nuevo cuaderno
o me olvide este en el tren.